Nota i9M: las dos Polonias electorales

La segunda vuelta de las elecciones presidenciales polacas no ha cambiado la realidad política que vive ese país el último par de años: la Jefatura de Estado y la de Gobierno seguirán siendo de signo contrario y su enfrentamiento pone en duda las reformas emprendidas en el país y la confianza como socio europeo.

En esta nota del i9M, repasamos el resultado y sus implicaciones.

El liberalismo, en jaque

Con una diferencia de menos de 370.000 votos, el actual alcalde de Varsovia y exeurodiputado Rafał Trzaskowski —ganador de la primera vuelta— ha perdido la segunda vuelta de las presidenciales polacas frente al antiliberal Karol Nawrocki.

Tras las parlamentarias de 2023, estas elecciones presidenciales son una llamada de atención al primer ministro Donald Tusk, líder del partido de la familia europea Popular que presentó a Trzaskowski. Asimismo, han sido devastadoras para Szymon Hołownia, presidente de la cámara baja y líder del partido de la familia europea de Renew, en coalición con Tusk tras haber obtenido casi un 15% de escaños: como candidato presidencial, ahora solo ha obtenido un 5% de los votos en la primera vuelta electoral.

El futuro de Polonia pasa a depender de la estabilidad de la coalición de gobierno, contraria a los Jefes de Estado saliente y electo, evitando una anticipación de las elecciones parlamentarias.

A debate, la sintonía entre la Comisión Europea y el gobierno polaco.

En la imagen: Ursula von der Leyen y Rafał Trzaskowski, en 2022.

El peso de la historia

La candidatura del ya presidente electo Nawrocki fue promovida por el líder del partido de la familia europea de los Conservadores y Reformistas, Jarosław Kaczyński, al que también pertenece el presiente saliente, Andrzej Duda.

Nawrocki viene de dirigir el Instituto de la Memoria Nacional de Polonia, un tema que ha protagonizado la campaña electoral en relación a Ucrania y la discusión que mantienen los dos países sobre sus etapas más conflictivas, especialmente en la década de 1940. De hecho, respondiendo en redes sociales a la felicitación recibida de Volodímir Zelenski, condicionó el futuro de las relaciones entre ellos a la «resolución de cuestiones históricas». Precisamente, es esta retórica la que le ha asegurado los votos de la fracción del ultranacionalismo polaco.

Ahora, su gran baza en la política nacional es el derecho de veto presidencial.

Algunos medios califican a Karol Nawrocki como «el Trump polaco».

En la imagen: su encuentro en la Casa Blanca el pasado 1 de mayo.

La diferencia en el voto

Nawrocki ha arrasado en la parte oriental del país y, en general, en las zonas rurales, mientras que Trzaskowski ha cautivado a la parte más occidental y a las grandes urbes.

En el voto exterior, Nawrocki solo ha ganado en EE.UU y Canadá.

En España, entre 25 mil votantes, el 82% prefirió a su oponente.

Elecciones tras elecciones, en Polonia se comprueba que la opción liberal (color cálido) triunfa dentro de los límites de 1914 del Imperio alemán (línea negra), frente al nacionalismo de la opción conservadora (color frío) de las zonas de los antiguos imperios ruso y austríaco.

Esta correlación queda trastocada tras estas presidenciales: Nawrocki llega a más zonas que su partido en 2023.

La continuidad de la confrontación entre Jefatura de Estado y Gobierno de Polonia no es un escenario propicio para el diálogo político al más alto nivel. La última cumbre Polaco-Española fue en 2022, cuando presidente y primer ministro en ese país compartían signo político. Muchos de los puntos entonces firmados ahora se ponen en duda:

  • Los Gobiernos de España y Polonia, en el marco establecido por la UE, se han comprometido a acoger a los refugiados de Ucrania y a velar por su integración, proporcionándoles alojamiento, asistencia social y acceso a la educación y al mercado de trabajo.
  • Ambos Gobiernos acuerdan (…) el aumento del apoyo militar a Ucrania.
  • Nos congratulamos de la reciente decisión adoptada por el Consejo Europeo de otorgar la condición de candidatos a Ucrania y Moldavia, y también a Georgia bajo ciertas condiciones. Esta decisión contribuirá a fortalecer la resiliencia de estos países frente a los desafíos que plantea la guerra de agresión librada por Rusia contra Ucrania, y pondrá a la vez de relieve la unidad de la Unión Europea y su fortaleza frente a las amenazas procedentes del exterior.